viernes, 29 de abril de 2011

La sexualidad femenina


Rodeado de tabúes, condicionamientos y costumbres culturales; el rol de la  mujer ha pasado a ser la de un actor pasivo dentro de las relaciones sexuales, las cuales se han encontrado lideradas en la mayoría por sociedades machistas. Esto ha traído como consecuencia el control de sus requerimientos sexuales y el acoplamiento a las necesidades o estilos del hombre. Al enfrentarse a esta realidad la mujer ha venido inhibiendo su propio placer. Esta situación ha llevado a un gran desconocimiento de la sexualidad femenina, ignorando su potencial, necesidades, derechos y posibilidades que tienen de disfrutar el sexo plenamente.

Comencemos mencionando que existe un ritmo distinto entre hombres y mujeres en cuanto a sexualidad se trata. Para los maestros tántricos la mujer es en la sexualidad agua, mientras que el hombre es fuego; y en las emociones la mujer es fuego y el hombre agua. Por lo tanto la mujer requiere mucho más dedicación en la antesala de las relaciones (caricias, besos, tocarse, juegos, etc) que el hombre para excitarse. Los hombres, por lo que tocábamos antes en relación a la sociedad, están acostumbrados a recibir placer y poseer a la mujer, no respetando en muchos casos los tiempos de ellas. Mientras el hombre obtiene el placer completo, la mujer está en sus preliminares aún. Olvidando que el acto sexual es específicamente de dos y entre dos y que el verdadero placer viene de que su pareja obtenga placer y gozo. Es una unión perfecta del Yin y el Yang, una comunión.

Aunque suene extraño hoy día, este desequilibrio en los ritmos lleva a muchas mujeres a no lograr la satisfacción plena en las relaciones, no consiguen llegar al climax, desconocen lo que es un orgasmo e incluso llegan dudar de su existencia.

La mujer debe comenzar a exigir el derecho que tiene de una sexualidad plena, respetando sus tiempo, su espacio. Su pareja ha de incorporarse al juego sexual, ampliando el espacio de juegos preliminares, recordando que las zonas erógenas en las mujeres se encuentran en casi todo el cuerpo. El hablar con la pareja acerca de los gustos y preferencias abiertamente se hace indispensable; expresar qué les agrada, cómo hacerlo, cuáles son los límites; hay que estar conscientes de que no se trata de un acto de adivinación. Como las huellas digitales somos diferentes, cada uno con necesidades y gustos específicos. El masaje es un excelente comienzo, reconocerse, sentirse, abrirse al otro. Permite descubrir zonas especiales, conocer sus zonas más sensibles y erógenas.

Uno de los problemas que se presentan es que las mujeres tienen muy internalizado su rol pasivo dentro de la relación. En muchos casos no saben cómo introducir el tema de conversación, se cohíben. Como el hablar abiertamente de las preferencias dentro de las relaciones aún se mantiene como tabú, el tocar del tema se hace incómodo. Y los hombres en su papel protagonista y dominante en ocasiones no les prestan el apoyo que se requiere quizás por ignorar las necesidades real de su pareja.

El tiempo a dedicarle a las relaciones es otro punto en contra, el estilo de vida moderno acelerado y competitivo, dietas poco sanas, exceso de roles, alta autoexigencias, situaciones de estrés, depresiones, adicciones; entre otros,  son los grandes enemigos de una sexualidad femenina sana y gratificante. Una relación de pareja caracterizada por la monotonía, rutina, y más grave aún por descalificaciones, maltrato físico y psicológico, evidencia factores que obviamente van a repercutir en la esfera sexual de manera desfavorable. Una pareja que esté viviendo una relación muy deteriorada, generalmente suspende sus relación sexual.

Si se desea retomar la fluidez de las relaciones sexuales se hace necesario hacer cambios significativos en la forma en cómo se ha venido viendo el sexo. Si se requiere el apoyo de un terapeuta no duden en buscar la ayuda que se haga necesaria. Buscar las herramientas que lleven a la mujer a concientizar su rol dentro de la pareja retomando el protagonismo que le corresponde y a el hombre a conocer y respetar los derechos que tiene su pareja de disfrutar las relaciones sexuales y descubrir su potencial.

La mujer ha de llegar a descubrir de que, en muchos casos, es el desconocimiento de su capacidad sexual lo que la ha mantenido reprimida y que este desconocimiento va acompañado de la falta de respeto que la cultura le ha impreso en su rol de mujer dentro de la sociedad. 

No está lejos que dentro de la evolución como especie humana se manifieste el respeto a la dignidad del género femenino; será cosa del pasado la violencia, utilización, abuso y cualquier actividad donde predomine un sentido de existencia limitado a ser un "objeto del placer". La mujer es un ser humano signo de valoración, ya que todos fuimos gestados en el vientre de una mujer.

Abrazos de paz!



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