jueves, 30 de enero de 2014

Usted es el soñador de sus sueños - Wayne Dyer

"El “usted” que se encuentra más allá de la forma vive eternamente en un mundo sin forma. Una afirmación bastante atrevida, seguramente, pero ¿se convencería si pudiera dejar su cuerpo, existir en un mundo sin forma y luego volver a entrar en
su cuerpo y existir en el estado que denominamos forma?

Piense que usted lo hace cada noche, y que pasa aproximadamente un tercio de su vida practicándolo. Se le llama soñar, y puede enseñarnos mucho como parte del pensamiento puro.Observemos lo que sucede cuando abandonamos nuestros cuerpos y nos adentramos en el mundo de los sueños.

Cada vez que nos dormimos y comenzamos a soñar, dejamos nuestro cuerpo y penetramos en un cuerpo soñador. Nos convencemos de que ese nuevo cuerpo es real mientras estamos soñando, porque de no ser así seríamos incapaces de tener sueños. ¿Dónde podrían tener lugar?

Echemos una ojeada a las reglas de los sueños, y comprobemos la gran diferencia que existe con respecto a las que aplicamos en la vigilia.

En primer lugar, en los sueños el tiempo no existe. Podemos avanzar y retroceder a nuestra voluntad. Podemos estar con alguien fallecido hace muchos años y cuya presencia nos parezca muy real. Podemos volver a ser adolescentes, y también eso nos puede parecer muy real desde nuestro cuerpo soñador.

Podemos vivir toda una vida en una secuencia de sueño que dure catorce minutos y nuestro cuerpo soñador creer que ha sido
cierto.

En segundo lugar, mientras soñamos no existe la relación causa-efecto. Puede darse el caso de que nos encontremos hablando con alguien a quien conocemos muy bien, y que al cabo de una décima de segundo nos hallemos en un autobús conversando con un extraño. Puede suceder que emprendamos una acción cuyos resultados sean opuestos a los obtenidos en la vigilia.

En tercer lugar, los sueños existen sin necesidad de un principio y un final. Puede ser que en mitad de una secuencia nos traslademos a otro lugar, y que más tarde regresemos mucho más jóvenes de lo que éramos hace un momento.

En cuarto lugar, en los sueños cada obstáculo se convierte en un tipo de oportunidad. Si en el sueño vamos conduciendo por una carretera que de repente finaliza en un acantilado, podemos darle la vuelta a ese contratiempo y en vez de precipitarnos al abismo volar por encima de él. En una escena de persecución tal vez seamos capaces de detener las balas al vuelo.

En quinto lugar, nosotros creamos todo lo necesario para nuestro sueño. Este punto es muy importante para mi hipótesis.

Si nos hace falta una persona que chille y dé grandes alaridos, nosotros mismos la creamos al igual que la escena con los gritos. Somos nosotros quienes creamos todas las personas y las cosas que necesitamos para los sueños. Porque, de no ser así, ¿quién lo hace?

En sexto lugar, nuestras reacciones en los sueños se manifiestan en nuestro cuerpo, pero las causas de esas reacciones son sólo ilusiones o pensamientos.

Por ejemplo, si usted sueña que alguien le amenaza con un cuchillo, el corazón empezará a latirle con más fuerza, y eso es algo real. Pero el cuchillo y el individuo que lo empuña son una ilusión.
Y en último lugar, la única manera de saber que hemos estado soñando es despertar. Si soñáramos veinticuatro horas
al día, ésa sería nuestra realidad."

Wayne Dyer.

Las campanas del templo – Cuento

"El templo había estado sobre una isla, dos millas mar adentro. Tenía un millar de campanas. Grandes y pequeñas campanas, labradas por los mejores artesanos del mundo. Cuando soplaba el viento o arreciaba la tormenta, todas las campanas del templo repicaban al unísono, produciendo una sinfonía que arrebataba a cuantos la escuchaban.

Pero, al cabo de los siglos, la isla se había hundido en el mar y, con ella, el templo y sus campanas. Una antigua tradición afirmaba que las campanas seguían repicando sin cesar y que cualquiera que escuchara atentamente podría oírlas.

Movido por esta tradición, un joven recorrió miles de millas, decidido a escuchar aquellas campanas. Estuvo sentado durante días en la orilla, frente al lugar en el que en otro tiempo se había alzado el templo, y escuchó con toda atención.

Pero lo único que oía era el ruido de las olas al romper contra la orilla. Hizo todos los esfuerzos posibles por alejar de sí el ruido de las olas, al objeto de poder oír las campanas. Pero todo fue en vano; el ruido del mar parecía inundar el universo.

Persistió en su empeño durante semanas. Cuando le invadió el desaliento, tuvo ocasión de escuchar a los sabios de la aldea, que hablaban con unción de la leyenda de las campanas del templo y de quienes las habían oído y certificaban lo fundado de la leyenda. Su corazón ardía en llamas al escuchar aquellas palabras, para retornar al desaliento cuando, tras nuevas semanas de esfuerzo, no obtuvo ningún resultado.

Por fin decidió desistir de su intento. Tal vez él no estaba destinado a ser uno de aquellos seres afortunados a quienes les era dado oír las campanas. O tal vez no fuera cierta la leyenda. Regresaría a su casa y reconocería su fracaso. Era su último día en el lugar y decidió acudir una última vez a su observatorio, para decir adiós al mar, al cielo, al viento y a los cocoteros.

Se tendió en la arena, contemplando el cielo y escuchando el sonido del mar.

Aquel día no opuso resistencia a dicho sonido, sino que, por el contrario, se entregó a él y descubrió que el bramido de las olas era un sonido realmente dulce y agradable. Pronto quedó tan absorto en aquel sonido que apenas era consciente de sí mismo. Tan profundo era el silencio que producía en su corazón.

¡Y en medio de aquel silencio lo oyó! El tañido de una campanilla, seguido por el de otra, y otra, y otra. Y en seguida todas y cada una de las mil campanas del templo repicaban en una gloriosa armonía, y su corazón se vio transportado de asombro y alegría.

Si deseas escuchar las campanas del templo, escucha el sonido del mar.

Si deseas ver a Dios, mira atentamente la creación. No la rechaces: no reflexiones sobre ella. Simplemente, mírala."

Anthony de Mello

sábado, 25 de enero de 2014

De la cabeza al corazón, del corazón al ser - Osho

"El hombre puede funcionar desde tres centros: uno es la cabeza; otro es el corazón y el tercero es el ombligo.

Si funcionas desde la cabeza le darás vueltas a más y más pensamientos. Son muy insustanciales, materia de sueño; prometen mucho y no dan nada.

¡La mente es una gran trampa! Además, tiene una capacidad tremenda para embaucarte porque puede proyectar. Puede proporcionarte grandes utopías, grandes deseos, y siempre se la pasa diciendo: “Va a pasar mañana”… ¡y nunca sucede! Nunca pasa nada en la cabeza. La cabeza no es un lugar para que pase nada.

El segundo centro es el corazón. Es el centro de la percepción: uno siente a través del corazón. Estás más cerca del hogar; no has llegado, pero estás más cerca. Cuando sientes, tienes más sustancia, más solidez. Cuando sientes, existe la posibilidad de que algo pase. Con la cabeza no hay posibilidad; con el corazón hay una pequeña.

Pero ni siquiera el corazón es lo verdadero. Lo verdadero es más profundo que el corazón, es el ombligo. Es el centro del ser.Pensar, sentir y ser: esos son los tres centros.

Siente más y pensarás menos. No luches contra el pensamiento porque luchar contra el pensamiento es crear otros pensamientos, de lucha. Entonces la mente no es derrotada. Si ganas, es la mente quien ha ganado; si pierdes, eres tú el que pierde. De cualquier manera eres derrotado, así que nunca luches contra los pensamientos, es en vano.
En lugar de luchar contra los pensamientos, mueve tu energía hacia sentir. Canta en lugar de pensar, ama en vez de filosofar, lee más poesía que prosa. Baila, observa la naturaleza y hagas lo que hagas, que sea a partir del corazón.

Por ejemplo, si tocas a una persona, tócala desde el corazón. Toca sintiendo, permite que tu ser vibre. Cuando mires a alguien que no sea con una mirada sin vida, pasiva. Permite que fluya la entrega a través de tus ojos e inmediatamente sentirás que algo está sucediendo en el corazón. Es sólo cuestión de intentarlo.

El corazón es el centro negado. Una vez que empiezas a prestarle atención, comienza a funcionar. Y cuando esto ocurre, la energía que se movía en la mente de manera automática comienza a moverse a través del corazón, y el corazón está más cercano al centro de energía, el ombligo. Así que enviar energía a la cabeza es un trabajo difícil.

El primer paso es sentir cada vez más. Una vez que has dado ese paso, el segundo es muy fácil. Primero ama: has recorrido la mitad del viaje, y así como es fácil moverse de la cabeza al corazón, es aún más fácil moverse del corazón al ombligo.

En el ombligo eres simplemente un ser, un ser puro: sin sentimiento ni pensamiento. No te estás moviendo para nada. Es como el ojo del huracán. Todo lo demás se está moviendo: la cabeza, el corazón y el cuerpo. Todo se está moviendo, todo está en un flujo constante. Sólo el centro de tu existencia, el centro del ombligo, está inmóvil; es el eje de la rueda."

Osho


jueves, 16 de enero de 2014

Sembradores...


"Somos sembradores conscientes, 
repartimos diariamente millones de semillas a nuestro alrededor. 
Que podamos escoger siempre las mejores, 
para que al recibir la dádiva de la cosecha justa, 
tengamos siempre motivos para agradecer."

Og Mandino

La dignidad de los mayores

Maya Angelou (Saint Louis, Misuri 4 de abril de 1928)
es una poetisa y novelista,
y también activista por los derechos civiles,
actriz y cantante estadounidense.
Maya Angelou fue entrevistada en su 70º cumpleaños. Le preguntaron sobre qué pensaba de envejecer. Y allí, delante de cámaras, dijo que era “emocionante”.

Respecto de los cambios físicos, dijo que muchos ocurrían a diario… como sus senos. Parecen estar en una carrera para ver cuál de los dos alcanzaría su cintura primero.

La audiencia rió tanto que lloró. Ella es una simple y honesta mujer, con tanta sabiduría en sus palabras!!!

Maya Angelou dijo esto:
“Aprendí que no importe lo que pase, o cuán malo puede parecer el día de hoy, la vida continúa, y mañana será mejor.”





“Aprendí que se puede decir mucho sobre una persona a partir de la manera en que maneja estas tres situaciones:
– un día lluvioso,
– equipaje perdido,
– y luces navideñas enredadas.

“Aprendí que sin importar la relación que tengas con tus padres, los extrañarás cuando ya no estén en tu vida.”

“Aprendí que “algo de que vivir” no es lo mismo que “vivir”.

“Aprendí que a veces la vida te da segundas oportunidades.”

“Aprendí que no hay que ir por la vida con guantes de béisbol en ambas manos, tienes que aprender a tirar algunas cosas.”

“Aprendí que cuando decido algo con un corazón abierto, casi siempre tomo la decisión correcta.”

“Aprendí que incluso cuando siento molestias, yo no tengo que ser una.”

“Aprendí que todos los días deberías acercarte y tocar a alguien.

“La gente ama un cálido abrazo, o simplemente una palmada amistosa en la espalda.”

“Aprendí que aún tengo mucho por aprender.”

“Aprendí que las personas olvidarán lo que dijiste, olvidarán lo que hiciste, pero las personas nunca olvidarán cómo las hiciste sentir.”

Maya Angelou

Paz interior...



Segunda infancia - Osho

"La sabiduría es una respuesta, una respuesta fresca al momento; el conocimiento es algo viejo, deteriorado, recolectado. No respondes al momento; traes el pasado, el recuerdo, a ti, y reaccionas a través de él. La sabiduría es una respuesta, y el conocimiento, una reacción.

Tú ya tienes la respuesta; pero una respuesta preparada antes de que surja la pregunta no es sabiduría. Un niño es sabio porque carece de conocimiento. Tiene que mirar a su alrededor, tiene que sentir, tiene que pensar, tiene que responder: no sabe.

Se dice que, cuando Jesús llegó al mar, éste se transformó en vino rojo. Los teólogos cristianos han intentado explicarlo: ¿cómo puede el mar transformarse en vino rojo? Han tenido muchas dificultades, se han confundido, y todavía no han encontrado respuesta alguna. Pero un niño pequeño halló la respuesta, y ese niñito fue lord Byron, quien más tarde se hizo famoso como un gran poeta. Era un niño pequeño que iba a la escuela cuando se planteó la pregunta: ¿Por qué y cómo se transformó el mar en vino rojo cuando Jesús llegó hasta él? La respuesta estaba lista, preparada; ya había sido enseñada. Todos los otros niños empezaron a escribir sus respuestas; sólo lord Byron esperó con los ojos cerrados. La maestra se le acercó muchas veces, pero él estaba tan meditativo que creyó mejor no molestarlo: estaba pensando mucho.

¿Y en qué puede pensar un niño? Porque siempre se piensa en lo conocido. Si sabes, puedes pensar. Si no sabes, ¿qué puedes pensar? ¿Qué estaba haciendo? Únicamente es posible pensar cuando sabes algo; entonces, puedes pensar. Pero, si no sabes, no sabes. El niño estaba sentado en silencio, pero se veía tan hermoso. Finalmente, escribió una sola oración, y era la siguiente: “Al ver que el Señor ha llegado, al mar le dio vergüenza y se puso colorado.” Cuando Jesús llegó (“… el Señor ha llegado…”), el mar, al ver que el Señor había llegado, se puso tímido, como una niña. Había llegado el amado, y esa timidez se encontraba en la cara del mar. Sólo un chico puede responder de ese modo, porque no sabe la respuesta. Pero esto es hermoso; todos los teólogos son, al lado de este niño, simplemente tontos. Él dijo lo correcto; lo explicó todo."

Osho

La naturaleza de la fuerza vital

"Es difícil comprender una fuerza que no podemos ver, tocar, oír u oler y que, sin embargo, sabemos que existe. Como la electricidad, por ejemplo. Se enchufa el aparato y no se puede ver, tocar, oler u oír nada de lo que sucede, pero el secador eléctrico responde cuando se aprieta el botón del encendido.

La fuerza vital es eléctrica por naturaleza, independientemente de dónde parezca estar localizada. En nuestros propios cuerpos, el chi o prana, la fuerza vital, fluye en diminutas cargas a lo largo de nuestros nervios, de una célula a otra.

He visualizado una corriente fluyendo entre mi pensamiento y una zona dolorosa o enferma de mi cuerpo. Mediante el uso de mi voluntad y la visualización de la corriente, envío mensajes desde mi voluntad a esas zonas para liberarlas del dolor o para curar la herida. Y he obtenido resultados asombrosos. Los cuerpos indefinidos de mis pensamientos se convirtieron así en cosas que yo podía enviar a lo largo de esta corriente invisible, y como yo creía que funcionaba, funcionó.

Esta es una buena forma de pensar en la fuerza vital, que también es la fuerza de Dios, que lo ha creado todo. Es invisible, de naturaleza eléctrica, está siempre fluyendo y se ve siempre atraída hacia aquello que se conecta con su fuente. Una segunda característica de la energía de la fuerza vital es que siempre está en expansión y que tu suministro es ilimitado.

La naturaleza del universo es la abundancia. Va más allá de nuestros conceptos de principio, final y de límites. Cuando creemos haberla categorizado y encerrado dentro de unos límites espaciotemporales, se expande más allá de nuestra conciencia, casi como si tuviera que alejarse aún más de la observación. Esta fuerza se halla en continuo movimiento, siempre en expansión y es ilimitada.

Tú eres un aspecto de esa fuerza y, en consecuencia, también te expandes y eres ilimitado. Si observaras tu cuerpo a través de un microscopio con un alto poder de resolución verías que estás compuesto de espacios vacíos, con partículas en continuo movimientos que no tienen forma material. Al enfocar la lente sobre las partículas, verías que se mueven a velocidades increíbles, más allá de tu capacidad para medirlas. Al mirar hacia el exterior, a través del telescopio, te encuentras con los mismos fenómenos. Es decir, el universo que existe dentro de ti y el que existe fuera de ti funcionan de la misma manera.

Forma parte de tu naturaleza el poder para atraer, expandirte y ser ilimitado. La fuerza está en ti y fuera de ti. La fuerza eres tú. Al conocer la naturaleza de esta fuerza y verte a ti mismo como una expresión divina de ella, y al aprovechar el poder que te permite imaginar un deseo y utilizarla con un conocimiento íntimo, cariñoso y alegre, puedes usar esa fuerza vital de formas que serían impensables con tu visión condicionada de ti mismo.

Es vital que incorpores en tu imagen mental el concepto de un principio y un final, o de un primero y un último. Al aplicar este pensamiento alfa y omega, estableces que primero es el pensamiento, el principio, lo que crea la forma, que es el final.

El pensamiento encuentra forma en algo situado en el tiempo y en el espacio. La expresión del pensamiento en la forma implica un desarrollo gradual, con un principio y un final. No limites nunca el espíritu de ninguna forma. Si experimentas alguna clase de fricción, eso significa que existe un error en tu pensamiento y en tu proceso de formación de imágenes, no que la fuerza creativa funcione de modo incorrecto. No puedes originar la fuerza originadora, sino sólo distribuirla.

Limítate a comunicarle al espíritu lo que deseas, sin decirle cómo deseas que suceda. Luego retírate, lleno de fe y confianza. No necesitas especificar los detalles, simplemente prepárate para verlos particularizarse en una disposición infinita de posibilidades. ¡Permanece atento para detectar los indicios!"

Wayne Dyer