"En las leyendas y cuentos con frecuencia la mujer tiene un carácter solar que ha perdido en las sociedades contemporáneas. Ostenta una irradiación, un poder que le confieren el derecho de elegir a su héroe. Es la mujer la que elige al hombre y no a la inversa. Emprendedora, impúdica pero mágica, brinda una iniciación sexual y guerrera. Con frecuencia benéfica, joven y deseable, guía a su héroe, lo retiene cerca de ella o lo envía a combatir por grandes causas. Prende en él el fuego que le permitirá vencer a los otros hombres y que le otorga asimismo un aura de seducción atractiva para las mujeres. El héroe deberá utilizar todo su discernimiento y a veces su astucia para saber lo que puede aceptar. Porque las sirenas, princesas, hadas, magas, vírgenes, pese a su apariencia seductora, no serán todas bienintencionadas. Si la mujer es una divinidad solar, sus rayos ambivalentes dan la vida o la muerte.
La mujer solar es bella, incluso cuando esta entrada en años, porque irradia, permanece esencial y su rol solar es irremplazable. Al hombre se le ofrecen dos posibilidades: o bien busca a la mujer divina, la mujer solar a través de todas las mujeres que encuentra y que sólo son figuras parciales, o bien encuentra el rostro ideal que cristaliza sus pulsiones. Por su parte, o bien la mujer solar tiene múltiples amantes, es la Prostituta Sagrada, la Puta Real, la que prodiga "la amistad de sus muslos" o bien encuentra también al amante ideal, el mejor caballero del mundo. A partir del momento en que la mujer solar elige a su sacerdote-amante, su sacerdote único, él ya no debe faltar a su misión, si no ella se retiraría a la sombra y todo serían tinieblas.
La mujer solar comunica un juego sexual al hombre, cálida y lujuriosa, nutre al hombre-luna, al hombre-rayo. El héroe es el prisma en el que convergen todos los rayos emitidos por la mujer sol. Habiendo captado y concentrado todos esos rayos, los restituye con una violencia acrecentada. El hombre-luna alumbra la tierra durante la noche reenviándole un poco de la luz del sol. Es el obligado intermediario entre sol y luna. Es la esperanza que conserva la humanidad sumida en la noche de sobrevivir y encontrar el paraíso perdido.
El poder de decisión sobre una relación pertenece a la mujer. El tierno pretendiente no se atreverá a hablarle a su gran reina de luz a menos que ella lo aliente. Es la mujer quien hace el primer gesto y quien designa a su sacerdote-amante. También le da fuerza y coraje al caballero, con su amor."
Fragmento del Libro "La mujer solar". Paule Salomon.
Fragmento del Libro "La mujer solar". Paule Salomon.
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