Si hay un tema del cual se nos hace difícil hablar y aceptar es la muerte. Aceptar el hecho de que el algún momento vamos a morir y que eso es algo que no podemos darle hora y fecha es muy desconcertante para todos; sin mencionar la cantidad de preguntas que la muerte nos deja.
Como en muchos aspectos de la vida aquí entra el ego como protagonista, es una situación de la cual no tenemos control absoluto y eso para el ego no es aceptable. Estamos tan acostumbrados a tener el control de todo lo que nos rodea, que perderlo en un asunto tan importante en nuestra experiencia de vida se piensa como un total fracaso.
No es que no aceptemos la muerte, sólo no estamos entrenados para enfrentarla, no hemos desarrollado una cultura de muerte. La muerte es sólo otro camino el cual todos debemos transitar en cualquier momento. No hablamos este tema, lo evitamos, lo tapamos con capas de tules... Cuando nos encontramos frente a frente con la muerte sencillamente nos desconcertamos, los sentimientos de pérdida y dolor nos embargan y como resultado natural de este estado del alma nos bloqueamos, deprimimos y el dolor nos parte el corazón.
Es contradictorio porque cuando tenemos a ese ser querido que parte aquí con nosotros, en muchos casos no lo tomamos en cuenta, no lo disfrutamos, no le brindamos el amor que tenemos para compartir, dejamos que el ego se interponga y marque la pauta a seguir.
Cuando parte y sigue su camino nos sumimos en un dolor de ausencia, es entonces cuando deseamos llamarlo por teléfono, tomarnos un cafecito, o sencillamente reunirnos para hablar de nada y de todo; cualquier excusa nos habría brindado momentos maravillosos para compartir, amar, aprender, VIVIR!!!
En ocasiones, la persona que muere no nos brindó la oportunidad de un acercamiento, o nosotros no lo auspiciamos; aún así para nosotros es un aprendizaje, ese maestro nos vino a educar en estadios del alma que no manejamos e incluso desconocemos, el desconcierto nos embarga y aprovechar la lección se nos hace difícil por no ver claramente el norte de la enseñanza. Aquí una vez más el perdón como gran sanador hace su entrada, para brindarnos paz, armonía, amor, entendimiento y compasión.
Independientemente de cuál sea tu situación, permite que el amor se haga presente, trata de zanjar situaciones, limpiar y curar viejas heridas, atender las cicatrices dolorosas. Si no te es posible acercarte entonces perdónate y perdona, percibe la lección desde el corazón y da las gracias.
No importa la situación en la que te encuentres, el amor siempre es la respuesta y salida a todas ellas.
La experiencia de vida nos lleva por caminos asombrosos y desconocidos, aún así al final del día es todo un aprendizaje maravilloso que contribuye al crecimiento del Ser Divino y Espiritual que somos.
Feliz Sábado!!!
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