jueves, 14 de noviembre de 2013

La locura…

Me gustaría saber cuál es su respuesta cuando se les plantea una cuestión semejante. Dijimos que el hombre tiene suficiente energía para odiar; cuando hay guerra, pelea, y cuando desea escapar de lo que realmente es, tiene energía para huir mediante las ideas, el entretenimiento, los dioses, la bebida. Cuando desea placer, sexual o de otra clase, persigue esas cosas con gran energía. Tiene inteligencia para sobreponerse a su ambiente, tiene energía para vivir en el fondo del mar o en los cielos, para eso tiene energía vital. Pero aparentemente no tiene energía para cambiar el hábito más pequeño. ¿Por qué? Porque disipa esa energía en el conflicto interno. No estoy tratando de persuadirlos, no hago propaganda, no sustituyo viejas ideas con otras nuevas. Estamos tratando de descubrir, de comprender. Por favor, examinen esto conmigo.

¿Está usted loco, señor?

Krishnamurti: ¿Le pregunta usted al que habla si está loco? Bien. Me gustaría saber qué quiere decir usted con esa palabra “loco”. ¿Quiere decir desajustado, mentalmente enfermo, con ideas peculiares, neurótico? Todas esas cosas están implícitas en la palabra “loco” ¿Quién es el juez? ¿Usted, yo o algún otro? ¿Es la persona loca la que juzga quién está loco y quién no lo está? Cuando usted juzga si el que le habla está equilibrado o desequilibrado, ¿no es el juicio parte de la locura de este mundo? ¿Cómo juzgar a alguien sin saber nada sobre él, excepto su reputación, la imagen que se tiene de él? Si juzga de acuerdo con la reputación y la propaganda que usted ha absorbido ¿está capacitado para juzgar? Emitir un juicio implica vanidad; no importa que el juez sea neurótico o no siempre hay vanidad. ¿Puede la vanidad percibir lo que es verdadero? ¿No se necesita gran humildad para mirar, para comprender, para amar? Señor, una de las cosas más difíciles es estar cuerdo en este mundo anormal y desequilibrado.

Cordura implica no tener ilusiones, no tener imagen alguna de uno mismo o de otro. Usted dice: “soy esto, soy aquello, soy grande, soy pequeño, soy bueno, soy noble”; todos esos epítetos son imágenes de uno mismo. Cuando uno tiene una imagen de sí mismo, seguramente no está cuerdo y vive en un mundo de ilusión. Me temo que la mayoría de nosotros vivimos así. Cuando usted se llama a sí mismo holandés -perdóneme por hablar así- no está totalmente equilibrado. Usted se separa a sí mismo, se aísla al igual que otros lo hacen cuando se llaman a sí mismos hindúes. Esas divisiones nacionalistas y religiosas, con sus ejércitos, sus sacerdotes, evidencian un estado de desequilibrio mental.

Krishnamurti

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