sábado, 9 de noviembre de 2013

Aprender a soltar – Jorge Bucay

Todo vale la pena, porque somos quienes somos porque aquello que hemos vivido, somos quienes somos por aquello que algunas de otras personas dejaron en nosotros, pero… somos, absolutamente quienes somos, gracias a aquello que hemos perdido, gracias a eso que ya no está con nosotros.

Nadie es más vulnerable a creerse algo falso que aquel que desea que la mentira sea cierta.



Y es mentira que tenemos que cargar con cada cosa que hemos querido y valorado.

Y es mentira que debemos de seguir adelante con todo lo de antes, con todo lo que ya no está.

Perdemos…, perdemos no sólo a través de la muerte, sino también, a través del abandono, a través del cambio, a través de la pérdida de la juventud,…

Es imposible aceptar con una sonrisa todas las cosas que, lamentablemente son ciertas e ineludibles.

No importa cuan listo seamos, a veces nos toca perder…

Muchas veces la vida está relacionada con soltar lo que alguna vez nos salvó, soltar las cosas a las cuales nos aferramos intensamente, creyendo que tenerlas es lo que nos va a salva de evitar la caída.

Aprender es, sobre todo, aprender a soltar.

No hay pérdida que no implique una ganancia, un crecimiento personal, porque lo que sigue, después de haber llorado cada pérdida, después de haber elaborado el duelo de cada ausencia, después de habernos animado a soltar, es el encuentro con uno mismo, enriquecido por aquello que hoy ya no tengo pero pasó por mí. Y también por la experiencia vivida en el proceso.
Es importante no transformar el dolor en sufrimiento”.

El dolor es el paso por un lugar no deseado, el sufrimiento es formar una carpa y quedarse a vivir en ese lugar indeseable.

El duelo…, el duelo es el pasaporte que nos saca del sufrimiento y que permite que el dolor pase.

Hay que vaciarse para poder llenarse, una taza sólo sirve cuando está vacía, no sirve una taza llena. No hay nada que se pueda agregar en ella.

Una de las tazas que más nos cuesta vaciar es la imagen que tenemos del mundo, porque queremos atenernos a que el mundo siga siendo como nosotros lo vimos, porque no queremos aceptar que el mundo cambia. No queremos aceptar que el mundo no es como yo quiero que sea.

Si me animo a soltar el contenido de la taza de un sueño, quizás pueda encontrarme en la mejor ruta para descubrir la verdad.

Este es el coraje, ésta es la fuerza de la madurez: saber que puedo afrontar lo que me pase, que inclusive puedo afrontar la idea de que alguna vez, alguna vez, yo mismo no voy a estar.

Lo que más nos duele cuando algún ser querido se muere, que es aquello que no le dijimos, aquello que no le acercamos, es aquello que no nos dijo.
Son esas cosas pendientes las que nos duele con la muerte de los seres queridos.

Bueno sería empezar a darnos cuenta que éste es el momento.
Quizá mañana no estés, quizás mañana yo no esté,…
Hoy es el día de llamarte para decirte lo que siento.
Toda la vida, en su conjunto, duele.
Duele el pasado, duele el presente y, especialmente, duele el futuro.
Y la única manera es transitar ese dolor.

Jorge Bucay.

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