miércoles, 15 de febrero de 2012

Hablando de sexualidad...


La sexualidad es una matriz con múltiples dimensiones: una forma de relajamiento, un estímulo, una fuente de placer, un medio de comunicación profunda, un camino a la espiritualidad, un instrumento de amor y además es el medio para la reproducción de la especie. Como también puede ser una mercancía, un débito carnal, una adicción, o un objeto de estudio, y puede causar frustraciones e inhibiciones.

Lo importante es que cada uno de nosotros seamos responsables y asumamos conscientemente la o las actitudes determinadas de como vivir nuestra actividad sexual.

Es la sexualidad una manifestación que está latente en todo ser humano desde el día de su nacimiento hasta el día de su muerte. Y ésta se manifiesta en el momento menos indicado y en el lugar y con la persona menos esperada. Por lo tanto, es fundamental llegar a tener maestría de nuestra propia sexualidad. Esta maestría la podremos obtener en el momento que reconozcamos a totalidad nuestra geografía sexual y la respuesta que esta tiene a los diferentes estímulos, que definitivamente varia de una persona a otra.

No podemos esperar el fracaso en las relaciones sexuales para empezar a abordar un tema que es la fuente de nuestro éxito en la vida. Inclusive, para aquellas personas que han optado por el celibato deberán estar claras, mas allá de su inclinación espiritual, que si bien no tendrán actividad sexual, deberán vivir en la conciencia de sus genitales, usar su esencia y su energía vital para enriquecer su cuerpo sutil, cuidando de no bloquear la energía que sus genitales les provee.

Es nuestra responsabilidad sacar a la sexualidad de la clandestinidad.

Nos hemos preguntado alguna vez, porque la mujer es el único ser en la creación que esta dotada de un órgano exclusivamente para producir placer, el Clítoris y por qué, precisamente, ella ha sido hasta hace poco limitada al reconocimiento de esta capacidad. Es entonces, imperativo que las mujeres se apropien de esta facultad para adquirir la destreza de sentir y administrar los niveles de placer como una condición esencial de la feminidad.

No dar placer es definitivamente no amar...

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