martes, 14 de febrero de 2012

La Ecología Emocional

La Ecología Emocional, según sus propios creadores, es el arte de gestionar nuestras propias emociones de tal forma que sus energía se dirija a nuestra mejora personal, al aumento de la calidad de nuestras relaciones personales y al mayor y mejor cuidado de nuestro mundo.

Dedicamos toda nuestra vida a entrenar nuestra mente: adquirimos conocimientos y nos enseñan a pensar, pero en el territorio emocional, en cambio, somos todos autodidactas en mayor o  menor medida.

 Hay quien considera las emociones como obstáculos que interfieren en nuestra dimensión racional.

La Ecología Emocional sostiene que no es así y que las emociones son un lenguaje distinto y complementario. Una mente inteligente pero desconectada de las emociones construiría mapas de decisión equivocados y peligrosos.

Las emociones dan color al paisaje y sirven para orientarnos en el mundo: nos indican si la ruta que hemos elegido es adaptativa o destructiva.

Aquí los símiles de la Ecología Emocional con las condiciones y ecologías de Gaia.

Agujero en la capa de ozono
Pérdida de protección en nuestro interior que hace recibamos algunos estímulos sin protección ni filtro alguno. Por ejemplo, juicios de valor, críticas, susceptibilidades...

Biodegradable
Emociones que hay que permitir que cambien, evolucionen o desaparezcan. En cambio, las “no biodegradables” pueden llegar a envenenarnos.

Cartografía emocional
El mapa mental del mundo que utilizamos como guía en la vida diaria. Información con carga afectiva que señala zonas de peligro, de exploración, rutas adecuadas… Contiene la memoria emocional.

Contaminación
Afectos en mal estado, como el mal humor, irritación, enojo, desánimo, el rencor o el resentimiento. Se contagian y contaminan el clima emocional global.

Conservas emocionales
Situaciones agradables cuyo recuerdo podemos guardar para evocarlo cuando lleguen los malos tiempos.

Desierto
Momento emocional en el que uno se siente en tierra yerma, solo y sin recursos.

Efecto invernadero y lluvia ácida
Emitimos partículas tóxicas y contaminantes que acaban rebotándonos en forma de lluvia ácida reduciendo a cenizas nuestra vida interior: El mal humor, las agresiones, el rencor, la envidia, los celos, la crítica constante, la queja, el victimismo, la tendencia a señalar siempre los defectos de los demás...

Energía emocional
Es el combustible que nos ayuda a vivir (automotivación, alegría, amor, ternura...).

Reciclaje
Transformación de un sentimiento que da la oportunidad de evolucionar y descubrir nuevas posibilidades de nuestro interior. Los celos pueden ser una oportunidad para detectar puntos de mejora y transformarse en más autonomía y seguridad; la envidia, en solidaridad y generosidad; la ira, en energía positiva...

Reservas naturales y espacios protegidos
Espacios de intimidad reservados a nosotros mismos. Nos ayudan a respirar y a disfrutar de una mejor calidad de vida. Deben expandirse a medida que crecemos.

Aquí se exponen los siete principios básicos que plantea la Ecología Emocional, que pueden ser el punto de partida para ponernos a caminar en el camino hacia nuestra Autenticidad, hacia el encuentro sensato, cálido y fraterno con el Yo Soy. 

Siete Principios de la Ecología Emocional para las relaciones
  1. Principio de la autonomía personal: “Ayúdate a ti mismo y los demás te ayudarán”.
  2. Principio de la prevención de dependencias. No hagas por los demás aquello que ellos pueden hacer por sí mismos”.
  3. Principio del boomerang; “Todo lo que haces a los demás, también te lo haces a tí”.
  4. Principio del reconocimiento de la individualidad y la diferencia. “No hagas a los demás aquello que quieres para tí. Pueden tener gustos diferentes”.
  5. Principio de la integridad natural. “No hagas a los demás aquello que no quieres que te hagan a tí”.
  6. Principio de la auto-aplicación previa. “No podrás hacer y dar a los demás aquello que no eres capaz de hacer ni darte a ti mismo”
  7. Principio de la limpieza relacional. “Tener el deber consigo mismo de hacer limpieza de las relaciones que son ficticias, insanas y no nos dejan crecer”.


También podemos mencionar diez maneras posibles de aplicar esta ecología emocional a las relaciones de pareja y así mantenerla creativa, amorosa y armónica...

1. El mejor “encuentro” no garantiza nada. Si bien tenemos la posibilidad de tender puentes de comunicación hacía el otro, deberemos estar dispuestos a emprender la tarea de construirlos y cruzarlos (trabajo amoroso y valentía).

2. El principio esencial para la convivencia en pareja y la construcción del buen amor posible, parte de dos personas autónomas, independientes y enteras, que se eligen en libertad y con responsabilidad. Sólo partiendo de nuestra libertad interior seremos capaces de dar un amor que libere y crear vínculos que unan, en lugar de cadenas que aprisionen.

3. Para ser autónomos será necesario diferenciarnos y construir una vida, con suficiente contenido e intensidad como para que no necesitemos “colgarnos de otro” o “vampirizar” su vida.

4. El amor pide valor, capacidad de asumir riesgos y, sobretodo, trabajo y esfuerzo diario para mantener el misterio, la creatividad y la comunicación.

5. Nadie tiene el poder de cambiar a otro, intentarlo suele ser un desastre. Si no nos gusta algo tenemos tres soluciones: manifestarle lo que sentimos y dejar en sus manos si lo cambia o no; cambiar nuestra manera de verlo, o cambiar de pareja.

6. Apertura, curiosidad y creatividad son elementos necesarios para cultivar la sorpresa en la relación de pareja. Si queremos vivir muchos años con la persona que amamos es importante procurar sorprenderla cada día.

7. Si no nos gusta lo que recibimos en nuestra relación de pareja, tenemos que prestar mucha atención a lo que emitimos.

8. Nuestra pareja, por más que nos ame - y precisamente por esto mismo - no debe ser un vertedero donde volcar nuestra basura emocional.

9. La gestión emocionalmente ecológica de la relación de pareja supone la capacidad de ajustar las cláusulas relacionales de forma que no perjudiquen a un miembro de la pareja y muevan a la mejora de los dos.

10. Sabremos que nuestra elección es emocionalmente ecológica cuando la alegría esté presente en nuestra relación.

No somos responsables de lo que sentimos (las emociones no se eligen ni se planifican) pero sí de aquello que hacemos con lo que sentimos. Lo que importa es cómo se gestionan, lo que se hace con ellas. Escogemos nuestra actitud y nuestra conducta. Pensar que algo nos será dado sin que hagamos algo por ello y quejarnos por no recibirlo, contribuye a la contaminación emocional.

No busquemos la excusa de nuestras emociones que nos perjudican o perjudican a los demás en los hechos de los otros. Busquemos la causa, siempre, dentro de nosotros mismos, porque ninguna emoción de ningún ser puede tener acción en nosotros si nosotros estamos protegidos por el escudo del Amor y vibramos en esa sintonía. Vos elegís qué deseas reflejar a tu entorno y eso mismo recibirás.

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