martes, 14 de febrero de 2012



Cuando los recuedos ya no duelen, aparece el perdón.
El perdón implica que estés tranquilo, equilibrado, en paz contigo mismo.
Cuando perdonas, no estás perdonando al otro en primera instancia, te estás perdonando a ti mismo, por sentirte agredido, ofendido, dolido... Por los sentimientos y emociones que el actuar de otra persona ocasionó en tu estructura emocional, en cómo ese actuar disparó en tí reacciones automáticas en tu cerebro que te llevan a tomar medidas de acuerdo a las experiencias pasadas; causando en tí desequilibrio y malestar.
Si pudieramos tomar una foto de nuestra mente en el momento en que sentimos emociones discordantes, sólo podremos observar descargas eléctricas y en nuestro cuerpo alteraciones químicas.
La próxima vez que enfrentes una emoción de este tipo, detente, respira, obsérvate desde fuera, analiza la raíz de la situación, asúmela y toma acciones al respecto. Vívela, aprende de ella y despídela dándole las gracias.
La importancia del perdón es que limpia tu corazón y mente de las emociones que te impiden ser tu mismo en esencia, olvidando la supuesta 'transgresión' y entendiendo que es una reacción tuya no del otro ante una situación determinada.
Recuerda el que tienes enfrente es un ser humano como tú con virtudes y debilidades, que está aprendiendo de sus experiencias y actuando de acuerdo a su libro de cuentos personal.

Difícil, puede ser... Imposible, definitivamente NO!
Abrazos!
Tammy.

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