miércoles, 25 de mayo de 2011

Hablando de erotismo...

Cuando se habla de erotismo parece que todo mundo entiende solo aspectos que tienen que ver con la parte física de la sexualidad y con el acto sexual corporal lleno de pasión y de impulso, pero se nos olvida que la palabra erotismo viene de Eros que es el Dios griego del amor y que se vincula desde la filosofía de Platón, con el encuentro armonioso de dos almas.

Hablar del alma es colocarnos en un nivel metafísico, es decir, estamos en un nivel psíquico, y en éste se llega a la satisfacción, cuando los encuentros amorosos se vinculan con lo sagrado. Puede sostenerse que la sexualidad no está desvinculada del alma, o más precisamente, puedo decir que en el acto sexual se involucra una serie compleja de nuestra naturaleza, puesto que es un acto en donde se unen alma y cuerpo. Por supuesto, admitamos que el placer se halla en la piel, en el abrazo, en las caricias, pero se obtiene un alto placer, porque quien vuela en ese momento es el alma.

Dice Tomas Moore (libro "El alma del sexo") que en “general tratamos al cuerpo como si fuese un esqueleto envuelto en músculos y relleno de órganos”, pues asociamos la sexualidad a un acto carnal, lleno de placer, pero no nos damos cuenta que el cuerpo está animado, y entonces, el análisis complejo de el acto erótico
nos llevaría a comprender sus múltiples implicaciones, que involucran aspectos o zonas de nuestro ser que son metafísicas, no por eso carentes de realidad, pero que son de una sutileza que requiere determinado comportamiento que se ha perdido en esta era hedonista, que solo persigue el placer sin más, que busca satisfacción inmediata, descarnada, es decir desvinculada del alma, y tratamos a la sexualidad a veces como un acto mecánico, copulativo sin más, como si fuese un divertimento del que podemos disfrutar sin habernos percatado todo lo que le afecta al alma.

De hecho como señala Tomas Moore, cuando una pareja se une sexualmente existe una emoción tan fuerte, que puede llegar a establecer una armonía con el cuerpo, al punto que se quiebran los límites de la condición humana y nos hace penetrar otra realidad.3 Así entonces, entendemos que si traspasamos a otra realidad, es porque quien mueve a la persona en el acto sexual es el alma, y nos coloca en esa dimensión espiritual en la que ya no existe espacio, ni tiempo, y si hay armonía en las caricias y en el afecto, nos conduce lejos de la realidad.

La sexualidad se vuelve erotismo si el ser humano se da cuenta de que ha entrado en una zona misteriosa,
profunda, en la cual, el acto erótico alcanza la eternidad, por ejemplo, nos damos cuenta de este instante
en que hemos percibido la eternidad, cuando el placer de los cuerpos se torna ensoñación y además alcanzamos el nivel más alto de libertad, al moverse el cuerpo con absoluta confianza y sensualidad,
alcanzando los límites más altos de lo voluptuoso, pero unido a lo sagrado. Es sagrado porque el amado es alguien especial, único, y además es transparente el sentimiento que expresamos con él, no hay engaño en las emociones. Desaparecen las necesidades y solo fluye la carnalidad sensual que vibra al unísono con otra alma, si existe armonía, es porque están unidos cuerpo y alma.

Fuente:  revista.unam.mx

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