Thomas Moore nos envuelve en las profundidades del alma con su forma de tratar las experiencias que pueden acongojarla de una manera natural, sublime y podriamos decir hasta poética.
El fragmento que dejo a continuación es de su libro "Las noches oscuras del Alma ", nos adentra en lo que comunmente conocemos como Mal de Amores. Disfrutenlo! Abrazos!
Mal de amores
Todo el que haya pasado por un divorcio, haya vivido con una pareja celosa o haya sufrido malos tratos domésticos sabe que una de las causas principales de una noche oscura es el amor. El amor puede comenzar en la oscuridad, como en la imagen de Cupido con los ojos vendados cuando dispara su ardiente flecha. Uno se siente de pronto invadido por otra persona y preso de la pasión. Posteriormente se producen períodos de confusión y deseo y, quizá, pensamientos de ruptura. Lo que empieza rebosante de esperanzas y promesas da paso a serias dudas y la ambivalencia emocional. Aunque el enamorado puede interpretar esos altibajos como un problema personal a la hora de comprometerse, sería más exacto decir que el amor es de por sí inconsistente y encierra una histeria inherente.
La persona enamorada puede sentirse amenazada o poseída por los celos, ser víctima del afán de dominio del otro, quedarse estancada en una relación fría y quizá perjudicial, o quedar atrapada en un callejón sin salida en el que el amor no le lleva a ninguna parte. Quizá piense que está con una pareja inadecuada, en el momento inadecuado, en el lugar inadecuado y por motivos inadecuados. Con frecuencia la relación amorosa no funciona o se agria. Las personas sueñan con un amor apasionado, una relación sexual satisfactoria y una vida tranquila, pero a menudo su sueño se convierte en una pesadilla.
Safo, la antigua poetisa griega, una de las grandes poetisas del amor de todos los tiempos, fue la primera en calificar el amor de agridulce, aunque posteriormente invirtió las palabras y lo calificó de dulce amargo. La filósofa y poetisa Anne Carson destaca este detalle porque por lo general el amor al principio es dulce y luego se hace amargo. Yo creo que el amor es alternativamente dulce y amargo o constantemente agridulce. La gente se refiere con frecuencia a la dulzura del amor y se abstiene de mencionar su amargor.
El amor también es un tipo de locura. Nos encierra en una burbuja de fantasía en la que las emociones son intensas. Uno siente que pierde el equilibrio. Comete toda clase de tonterías. Su sentido de la responsabilidad se esfuma. Uno hace oídos sordos a los prudentes consejos de amigos y parientes. En su delirio, uno puede acabar casándose o, en el caso de una mujer, quedarse embarazada. Posteriormente dedica muchos años a tratar de construir una vida razonable. En el momento más impensado puede caer en una noche oscura del alma creada por la profunda insatisfacción que deja la estela del amor.
Caminar sobre brasas
Un aspecto curioso del mal de amores es su tendencia a prolongarse más allá de su tiempo de maduración. Las personas saben que se hallan en una situación que no les beneficia, pero permiten con frecuencia que ésta se prolongue durante años. Aunque no tomen ninguna iniciativa, confían en que la relación mejore. Muchos se aferran a la seguridad que poseen en lugar de arriesgarse a emprender una relación más vital pero imprevisible con otra persona. Pero a menudo la gente se resiste a poner fin a una relación hasta que no se agota la más mínima esperanza de mejorar.
Algunas personas aplazan lo inevitable hasta que ya no pueden soportarlo más. Entonces adoptan una actitud decidida y enérgica.
Requiere tiempo para que el alma, tan profunda y compleja, ponga en orden sus sentimientos y tome una decisión. Yo suelo esperar hasta que la manzana de la decisión está a punto de caer del árbol por su propio peso. Sin duda, tengo una paciencia o una capacidad de contemporizar exagerada. Cuando aconsejo a otros, no me precipito. Creo que es importante estar bien seguro antes de tomar una decisión. Muchas personas toman decisiones basándose exclusivamente en el principio de que es preciso hacer algo. Pero el alma tarda un tiempo en adaptarse a esas decisiones apresuradas.
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