miércoles, 20 de junio de 2012

Hablando del amor...

En general el ser humano siente la necesidad de disfrutar del verdadero amor. Encontrarlo propondría la culminación de una búsqueda que se ha llevado constantemente impresa en el alma. Sentir y recibir amor es el estado natural del Ser, es parte de nuestra naturaleza, la esencia de lo que realmente es somos. 
Evaluando las experiencias que hemos acumulado en relación con el amor en nuestras vidas podemos enfrentarnos con una grama de sentimientos que, independientemente de lo vivido, enriquecen nuestro tránsito por esta aventura.

En la pluma de Jhon O'Donohue encontramos un vestigio, una ventana, que nos alumbra el camino de este misterio y que de alguna manera nos brinda un sentimiento de bienestar y plenitud; y que podría modificar la forma de ver la experiencia. Para mis amig@s que se encuentran en esa búsqueda.


Disfrútenlo!!!


Abrazos, Tammy.


"La verdadera amistad o el amor no se fabrican ni conquistan. La amistad siempre es un acto de reconocimiento. Esta metáfora se puede hundir en la naturaleza arcillosa del cuerpo humano. Cuando encuentras a la persona que amas, un acto de reconocimiento antiguo os reúne. Es como si millones de años antes de que la naturaleza rompiera su silencio, su arcilla única y la tuya yacieran juntas. Luego, en el ciclo de las estaciones, esa archilla única se dividió y separó. Cada uno se alzó como formas individuales de arcilla que alojaban su individualidad y destino. Sin saberlo, vuestras memorias secretas lloraban la ausencia mutua.

Mientras vuestros seres de arcilla deambulaban durante miles de años por el universo, el anhelo del otro, nunca decayó. Esta metáfora permite explicar cómo se reconocen súbitamente dos almas en el momento de la amistad. Puede ser un encuentro en la calle, en una fiesta, en una conferencia, una presentación banal, y en ese momento se produce el rayo del reconocimiento que enciende las brasas de la afinidad. Se produce un despertar, una sensación de conocimiento antiguo. Entrais. Habeis regresado a casa por fin.

En la tradición clásica esto encuentra una expresión maravillosa en el Simposio, mágico diálogo de Platón sobre la naturaleza del amor. Platón vuelve al mito de que en principio los humanos no eran individuos singulares. Cada persona era dos seres en uno. Luego se separaron; por consiguiente, uno pasa la vida buscando a su otra mitad. Al encontrarse, se descubren por medio de este acto de reconocimiento. En la amistad se cierra un círculo antiguo. Lo que hay de antiguo entre ambos os cuidará, abrigará y unirá.

Cuando dos personas se enamoran, pasan de la soledad del exilio a la casa única de su comunión. En las bodas corresponde reconocer la grada del destino que permitió el encuentro de estas dos personas. Cada una reconoció en la otra a aquella en la cual su corazón encontraría refugio. El amor jamás debe ser una carga, porque hay algo más entre ambos que la presencia mutua."

Fragmento del Libro "Anam Cara El libro de la sabiduría Celta" de Jhon O'Donohue.

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