miércoles, 11 de abril de 2012

Cómo enfrentar la culpa


Cuando nos encontramos en situaciones difíciles o dolorosas solemos comenzar una búsqueda interminable del "culpable" de nuestra incomodidad...


Se nos hace difícil concluir que no existe tal "culpable", que cada uno de nosotros somos total y absolutamente responsables de cada experiencia de vida y que asumirla con entusiasmo y positivismo nos adentra en el camino de la felicidad y el amor...


Aprender a perdonarnos nos llena de paz, contribuye a que comencemos a ver las cosas cotidianas como maravillosas experiencias, valorar el hecho de que tenemos en las manos el milagro del perdón y del amor para sobreponernos y seguir adelante. No importa en el momento de tu vida en el que te encuentres, comienza a perdonarte, a amarte y verás ocurrir milagros ante ti, se materializarán cambios sustantivos en tu día a día que te fortalecerán y confortarán tu alma.


Le dejo un fragmento del libro "Tus Zonas Sagradas" de Wayne Dyer.
Deseo disfruten la lectura.
Besos!


Lo externo tiene la culpa de mis condiciones de vida

"Si le han educado en la culpa, tendrá la costumbre de echarle mano a esta excusa siempre que desee explicar por qué algo de su vida no funciona.

Usted puede, por ejemplo, culpar de la falta de prosperidad a muchos factores externos: su cultura, la bolsa, los políticos, sus padres, la fortuna, la codicia de otros. De la enfermedad puede culpar a la herencia, la estación del año, la mala suerte, el entorno. De sus relaciones fracasadas puede culpar a sus parejas, su incapacidad para amarle, su crianza, sus padres. De su personalidad puede culpar a sus padres, sus genes, su infancia, sus hermanos, su nacimiento. Su apariencia puede ser culpa de la genética, de los fabricantes de alimentos, de los publicistas, del entorno. Es una lista interminable.

La alternativa a buscar culpables es la propia responsabilidad: hay que enfrentarse a la vida desde el propio yo. Puede que no le hayan educado para asumir la responsabilidad de los acontecimientos de su vida. Pero si no está dispuesto a interrumpir el juego de ir repartiendo las culpas, estará incapacitado para iniciar su búsqueda espiritual.

Cuando usted culpa a algo externo por las circunstancias que atraviesa, le entrega el control de su vida a ese fenómeno externo. Depender de lo externo significa abandonar el yo espiritual. La búsqueda de este yo se lleva a cabo en un ámbito interior de serena sabiduría. Le invita a comunicarse con la suprema presencia interior, donde hallará las soluciones.

La llave está siempre dentro. Resulta imposible perder en el exterior de sí mismo la llave que conduce a su propio ser cuando está en el camino de la búsqueda sagrada. Cuando deje de culpar a otros y bus-que la llave dentro de usted, siempre encontrará lo que necesite.

Cuando dormimos, creamos todos los personajes que necesitamos, En la vigilia, no culpamos a los personajes y sucesos de los sueños. Así que también podemos saber que incluso aquello que no entendemos o no aprobamos están en nuestra vida para enseñarnos algo.

Abandone la tendencia a buscar culpables. Tenga presente que usted es el creador de su vida y que en su interior hay una presencia. Su capacidad para confiar en usted mismo anulará su hábito de repartir culpas.

Sugerencias para abandonar la tendencia a culpar

Cuando se sienta inclinado a pensar que otra persona es responsable de sus circunstancias, tómese un instante para rezar una oración de agradecimiento por la lección. La lección es adquirir la conciencia de que es usted quien experimenta el sentimiento.

Cuando estoy a punto de culpar a los fanáticos de las armas de la violencia de nuestra sociedad, me detengo y aprecio el recordatorio de que soy  yo quien experimenta esa angustia. Entonces busco en mi interior una manera de acabar con la violencia, en lugar de culpar a los fanàticos de las armas.
Adopte esta actitud cuando se sorprenda jugando al juego de las culpas.

Siéntase agradecido hacia aquellas personas a quienes les ha permitido hacerle enfadar. Agradezca en su interior el recordatorio de que la sensación que experimenta está dentro de usted, no fuera.

Ahora puede volver la atención hacia el interior, al camino de su búsqueda espiritual. Desde esta perspectiva puede enfrentarse con el sentimiento de enojo, tomar una decisión respecto de las relaciones que mantiene con las personas, buscar lo que puede aprender en esa situación, y responder desde el equilibrio y no desde un exterior enojado.

Más importante todavía, desplace su atención de la culpa a la suprema presencia de su interior. Ahí encontrará equilibrio, amor, solaz, aprendizaje y solución: por el sencillo método de poner toda la atención en la emoción interna, en lugar de culpar al otro.

El amor que active, para usted mismo, dentro de sí, comenzará a radiar al exterior cuando continúe su búsqueda. Pronto habrá amor donde antes hubo culpa.

Recuerde que culpar es un vano ejercicio.

Culpar a lo que le rodea constituye un vano ejercicio porque dondequiera que vaya, usted sigue estando presente. Tiene que cultivar la conciencia de que todas las cosas de su vida han sido hechas por la mano divina mediante la colaboración de usted con su yo espiritual.

Sea un aprendiz en lugar de un incriminador. Cuando esté meditando, pregunte: «¿Qué tengo que aprender de esta lección?», en lugar de: «¿Por qué me ha hecho esto?». Reexamine los hechos problemáticos o traumáticos de su vida. Son las cosas por las que ha tenido que pasar para llegar a este punto en su sendero. Mire si puede considerar los sucesos actuales desde la perspectiva que tendría dentro de unos años.

Verá que la búsqueda de culpables o responsables es un desperdicio de energía. Todas estas cosas tuvieron algo de beneficioso para su desarrollo. Con esta perspectiva, comenzará a navegar a través de los traumas en lugar de quedarse varado por ellos.

Cuando se sienta inclinado a recaer en el hábito de culpar a otros, recuerde que está abandonando a su presencia espiritual. Si ha escogido el camino de la búsqueda sagrada, ya no deseará hacer caso omiso de esta parte de MI humanidad.

Debe decirse: «No quiero tener razón, lo que quiero es saber la verdad. Quiero que gobierne mi yo espiritual. Nadie tiene la culpa de cómo me siento. Es mi sentimiento y lo respeto». Estas afirmaciones le inducirán a confiar en usted mismo y al camino de su búsqueda sagrada.

Su alma espiritual se convertirá entonces en la luz que le guiará dulcemente el resto de su existencia."





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