Nuestra mente es como una gran casa con muchas habitaciones. Algunas de estas habitaciones tienen sus puertas abiertas, se encuentran arregladas, ventiladas, iluminadas… Otras están a puerta cerrada, oscuras, desarregladas; en ellas encerramos nuestros monstruos, los contenemos y tratamos de no traspasar sus puertas. El temor nos paraliza y el no tener respuestas o conocer las acciones a seguir nos limita a enfrentar esos monstruos.
Ahora mientras podamos entrar a la mayor cantidad de cuartos posibles, tendremos un mayor espacio para movernos dentro de nuestra casa. Así podremos realizar mas actividades, tener mas espacio para utilizar cada cuarto en algo distinto.
Pero mientras mas cuartos mantengamos cerrados o censurados, tendremos menos espacio para movernos dentro de nuestra casa y estaremos viviendo con la limitación del espacio y del desarrollo.
Cuando sentimos ansiedad, lo que realmente está sucediendo es que alguna situación externa está activando algo que se encuentra en uno de esos cuartos cerrados y bloqueado y esto que se encuentra en esa habitación comienza a intentar salir, golpeando la puerta y provocando en nosotros un estado alterado; de ninguna manera deseamos que esto salga a la luz, no deseamos que se libere de la prisión a la que está sometido, por esta razón lo hemos mantenido censurado, bloqueado, encerrado. No deseamos verlo, sentirlo, mucho menos dejarlo libre.
La ansiedad es una sensación de temor, intranquilidad e inquietud ante una situación que se aproxima y que al mismo tiempo no tenemos muy en claro a qué se debe o cuál es su razón de ser. No logramos determinar qué nos provoca ese estado de malestar.
La ansiedad se diferencia del miedo porque en el miedo sabemos qué nos lo provoca es algo inminente. En la ansiedad este punto no lo tenemos claro, sentimos la ansiedad pero no sabemos qué desata el malestar.
Si deseamos trabajar en la ansiedad, podemos comenzar a asomarnos eventualmente a estas habitaciones cerradas, atrevernos a introducirnos en ellas, comenzar a realizar un inventario de lo que vemos; probablemente han pasado tanto tiempo cerradas que nos sorprenderemos al constatar que el monstruo en ella no es tan agresivo, que paso de ser un dragón humeante a un pobre ratoncito...
Una vez que comencemos a visitar estos lugares y a confrontarlos, a verlo, a reconocerlos, a asimilarlos, podremos ir logrando paso a paso que esto que antes nos provocaba ansiedad se vaya diluyendo poco a poco, hasta que desaparezca y recuperaremos ese terreno del cuarto y así poder utilizarlo como mejor creamos que nos convenga. Es un espacio más que nos hará sentir cómodos, abiertos, es una aventura que nos deja una sensación de amplitud y sanación.
Así que manos a la obra!
Besos!
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