"Un tallista en madera llamado Ching acababa de terminar un yugo de campana.
Y todo el que lo veía se maravillaba, porque parecía obra de espíritus.
Cuando el duque de Lu lo vio, le preguntó: “¿Qué clase de genio es el tuyo, que eres capaz de hacer algo así?”
Y el tallista respondió: “Señor, no soy más que un simple trabajador. No soy ningún genio. Pero le diré una cosa: cuando voy a hacer un yugo de campana, paso antes tres días meditando para tranquilizar mi mente. Cuando he estado meditando durante tres días, ya no pienso en recompensas ni emolumentos.
Cuando he meditado durante siete días, de pronto me olvido de mis miembros, de mi cuerpo y hasta de mi propio yo, y pierdo la conciencia de cuanto me rodea. No queda más que pericia. Entonces voy al bosque y examino cada árbol, hasta que encuentro uno en el que veo en toda su perfección el yugo de campana.
Luego, mis mano empiezan a trabajar. Como he dejado mi yo a un lado, la naturaleza se encuentra con la naturaleza en la obra que se realiza a través de mi. Esta es, indudablemente, la razón por la que todos dicen que el producto final es obra de espíritus”.
Yo soy un ser imprevisible como la vida misma, que no cabe en ninguna imagen, porque mis formas son cambiantes y mi verdadero ser es inseparable."
Anthony de Mello.
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