domingo, 9 de diciembre de 2012

La raíz de la violencia - Alice Miller


En momentos tan convulsos como los que estamos viviendo, donde los cambios se generan a un ritmo vertiginoso sin darnos tiempo en muchos casos a asimilarlos del todo, se puede observar con gran inquietud que  la violencia parece tener tomadas las riendas en la sociedad llevando el control en todos los asuntos relacionados con la interacción del ser con su medio. Lamentablemente, este tema no es un fenómeno individual, sino una manifestación de un fenómeno de la sociedad en sí misma y sus raíces quizás estén sembradas más cerca de lo que podemos considerar. 

En todos los ámbitos se genera violencia en forma consciente o inconsciente, dentro de las instituciones, familia o individuo. No solamente se habla de agresión física, también puede ser psicológica. La primera consideración que surge es que se trata de una fuerza injustamente ejercida que se aplica a un ser para sacarlo de su situación normal; deduciéndose por lo tanto, que cuando se obliga a alguien hacer lo que no quiere, con una fuerza a la que no puede oponerse, estamos en presencia de violencia. 

En función de esto, me encontré buscando información que me sirviera de base para tratar este álgido tema y encontré este artículo escrito en el año 2008 por Alice Miller. Invetigando a la autora pude obtener una vista general del trabajo que ha venido realizando: Alice realizó sus estudios en Basilea, donde obtuvo en 1953 su doctorado en filosofía. Ejerció su profesión de psicoanalista en Zurich pero la abandonó para consagrarse por completo a la investigación sobre la infancia. En 1986 recibió en Nueva York el premio Janusz Korczak.

Gracias a sus investigaciones sobre la infancia, Alice Miller ha comprendido que la violencia ejercida sobre los niños conduce a la violencia global que reina en el mundo entero, sobre todo si se empieza a pegar a los niños en los primeros años de su vida, justamente en el momento en el que se construye su cerebro. Incluso si las consecuencias escandalosas son evidentes, la sociedad no las percibe y aún menos las tiene en cuenta. Ahora bien, la situación es fácil de comprender: los niños no tienen derecho a defenderse de la violencia de sus padres y están obligados a suprimir y reprimir las reacciones naturales a la agresión de sus padres como la cólera y la angustia. Sólo siendo adultos pueden descargar esas fuertes emociones sobre sus propios hijos, o en ciertos casos, sobre naciones enteras.

Dejo a continuación los 12 puntos que Alice ha listado como la raíz de la violencia, pueden emitir sus comentarios si tienen a bien o compartir la información. Podemos sembrar semillas que nos lleven a una convivencia alejada de la violencia y sus terribles consecuencias. 

Un beso!
Tammy.

La Raíz de la Violencia - 12 Puntos


  1. Cada niño viene al mundo para expandirse, desarrollarse, amar, expresar sus necesidades y sus sentimientos.
  2. Para poder desarrollarse, el niño necesita el respeto y la protección de los adultos, tomándolo en serio, amándolo y ayudándolo a orientarse.
  3. Cuando explotamos al niño para satisfacer nuestras necesidades de adulto, cuando le pegamos, castigamos, manipulamos, descuidamos, abusamos de él, o lo engañamos, sin que jamás ningún testigo intervenga en su favor, su integridad sufrirá de una herida incurable.
  4. La reacción normal del niño a esta herida sería la cólera y el dolor. Pero, en su soledad, la experiencia del dolor le sería insoportable, y la cólera la tiene prohibida. No le queda otro remedio que el de contener sus sentimientos, reprimir el recuerdo del traumatismo e idealizar a sus agresores. Más tarde no le quedará ningún recuerdo de lo que le han hecho.
  5. Estos sentimientos de cólera, de impotencia, de desesperación, de nostalgia, de angustia y de dolor, desconectados de su verdadero origen, tratan por todos los medios de expresarse a través de actos destructores, que se dirigirán contra otros (criminalidad, genocidio), o contra sí mismo (toxicomanía, alcoholismo , prostitución, trastornos psíquicos, suicidio).
  6. Cuando nos hacemos padres, utilizamos a menudo a nuestros propios hijos como víctimas propiciatorias: persecución, por otra parte, totalmente legitimada por la sociedad, gozando incluso de un cierto prestigio desde el momento en que se engalana con el título de educación. El drama es que el padre o la madre maltratan a su hijo para no sentir lo que le hicieron a ellos sus propios padres. Así se asienta la raíz de la futura violencia.
  7. Para que un niño maltratado no se convierta ni en un criminal, ni en un enfermo mental es necesario que encuentre, al menos una vez en su vida, a alguien que sepa pertinentemente que no es él quien está enfermo, sino las personas que lo rodean. Es únicamente de esta forma que la lucidez o ausencia de lucidez por parte de la sociedad puede ayudar a salvar la vida del niño o contribuir a destruirla. Esta es la responsabilidad de las personas que trabajan en el terreno del auxilio social, terapeutas, enseñantes, psiquiatras, médicos, funcionarios, enfermeros.
  8. Hasta ahora, la sociedad ha sostenido a los adultos y acusado a las víctimas. Se ha reconfortado en su ceguera con teorías, que están perfectamente de acuerdo con aquellas de la educación de nuestros abuelos, y que ven en el niño a un ser falso , con malos instintos, mentiroso, que agrede a sus inocentes padres o los desea sexualmente. La verdad es que cada niño tiende a sentirse culpable de la crueldad de sus padres. Y como, a pesar de todo, sigue queriéndolos, los disculpa así de su responsabilidad .
  9. Hace solamente unos años, se ha podido comprobar, gracias a nuevos métodos terapeúticos, que las experiencias traumatizantes de la infancia, reprimidas, están inscritas en el organismo y repercuten inconscientemente durante toda la vida de la persona. Por otra parte, los ordenadores que han grabado las reacciones del niño en el vientre de su madre, han demostrado que el bebé siente y aprende desde el principio de su vida la ternura, de la misma manera que puede aprender la crueldad.
  10. Con esta manera de ver, cada comportamiento absurdo revela su lógica , hasta ahora ocultada, en el mismo instante en que las experiencias traumatizantes salen a la luz.
  11. Una vez conscientes de los traumatismos de la infancia y de sus efectos podremos poner término a la perpetuación de la violencia de generación en generación.
  12. Los niños, cuya integridad no ha sido dañada, que han obtenido de sus padres la protección, el respeto y la sinceridad necesaria, se convertirán en adolescentes y adultos inteligentes, sensibles, comprensivos y abiertos. Amarán la vida y no tendrán necesidad de ir en contra de los otros, ni de ellos mismos, menos aún de suicidarse. Utilizarán su fuerza únicamente para defenderse. Protegerán y respetarán naturalmente a los más débiles y por consecuencia a sus propios hijos porque habrán conocido ellos mismos la experiencia de este respeto y protección y será este recuerdo y no el de la crueldad el que estará grabado en ellos.


Alice Miller, 2008

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