La vida es un peregrinaje, y a menos que se alcance el amor, sigue siendo un peregrinaje, que no lleva a ninguna parte. Continúa en círculos, y jamás llega el momento de plenitud en que se puede decir: "He llegado. Me he convertido en aquello por lo que vine. La semilla se ha realizado en las flores."
El amor es la meta, la vida el viaje. Y un viaje sin meta es necesariamente neurótico, fortuito, carece de dirección. Un día irás hacia el norte y otro día hacia el sur; todo será casual, puedes llegar a cualquier parte o a ninguna. Serás como una madera a la deriva a menos que tengas clara la meta. Puede ser una estrella muy lejana, eso no importa,pero debe estar clara. Una meta lejana: eso está bien, pero debe estar allí. Si mantienes la vista enfocada en ella, un viaje de diez mil kilómetros no es demasiado largo. Si sigues la dirección debida, incluso el más largo de los viajes no será problema, pero si sigues una dirección errónea, o no sigues ninguna dirección, o sigues todas las direcciones al mismo tiempo, la vida empezará a desmoronarse.
No puedes permitir que se dé la intimidad, porque los demás verán el agujero, la herida y el pus que sale de ella. Verán que no sabes quién eres, que estás loco, que no sabes adonde vas. Que ni siquiera has prestado oídos a tu propio canto, que tu vida es un caos, no un cosmos. De ahí el miedo a la intimidad.
La intimidad consiste en permitir que el otro entre en ti, que te vea como te ves tú, que te vea desde dentro, en invitarle a ver lo más profundo de tu ser.
El amor es la meta, y una vez que tengas clara la meta, empezarás adesarrollar una riqueza interior. La herida desaparece y se transforma en un loto. Es el milagro del amor, la magia del amor. El amor es la mayor fuerza alquímica del mundo. Quienes saben utilizarla pueden llegar a la cima más alta, a Dios. Quienes no saben utilizarla siguen arrastrándose por los oscuros recovecos de la existencia, sin alcanzar jamás las cimas soleadas de la vida."
Osho
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