Ochocientos rollos fueron descubiertos en 1947 en 11 cuevas.
A un kilómetro aproximadamente de un lugar denominado Chirbet Qumram. Este lugar, se ubica en las proximidades de la ribera noroccidental del Mar Muerto. Desde mediados del siglo pasado esta región es conocida como “El Paraje en Ruinas”.
A un kilómetro aproximadamente de un lugar denominado Chirbet Qumram. Este lugar, se ubica en las proximidades de la ribera noroccidental del Mar Muerto. Desde mediados del siglo pasado esta región es conocida como “El Paraje en Ruinas”.
Este paraje se encuentra a unos kilómetros al sur de la ciudad mítica de Jericó, y es verdaderamente inhóspito. Toda la región esta desértica.
Sus textos estaban escritos en hebreo, arameo y griego y contenían partes del Viejo Testamento, salmos, comentarios y otras escrituras, algunas en clave. Poco antes y después del comienzo de la era cristiana, algunas sectas judías comenzaron a guardar manuscritos hebreos, escritos sobre piel de oveja, en algunas cuevas junto al mar Muerto. Entre sus manuscritos figuraban extensos manuscritos del Antiguo Testamento y otra literatura religiosa.
Fueron descubiertos por un pastor beduino llamado Mohammed ed-Dhib, de la tribu de los Ta´amire, que a comienzos de 1947 encontró los primeros rollos que después se denominarían los Papiros de Qumram. Nos preguntamos si obedecería este descubrimiento ¿a la casualidad o a la causalidad? Ofreciendo un testimonio muy importante para el conocimiento de la historia de los orígenes del cristianismo.
A pesar de que hoy en día algunos grupos religiosos sigan negando la autenticidad de estos documentos. No por ello dejaran de tener el valor que tienen pues la verdad siempre sale a la luz, como en este caso, a pesar de haber estado tantos años inmersos en una completa oscuridad…
Juma comenzaba a ponerse nervioso. Algunas de sus cabras estaban subiendo demasiado alto en los acantilados. Entonces decidió subir él mismo hasta donde ellas estaban para traerlas de regreso. Juma no sabia que, al comenzar su escalada ese día de Enero de 1947, aquellas cabras extraviadas lo involucrarían en lo que sería “el descubrimiento arqueológico más grande del siglo veinte”. Estos pensamientos estaban muy lejos de su mente cuando vio dos pequeñas aberturas de una de las miles de cuevas en aquellos áridos acantilados en la costa nordeste del Mar Muerto.
Arrojó una piedra por una de las aberturas, lo cual produjo un sonido inesperado que lo sorprendió; Que más podía haber en esas cuevas que un tesoro. Llamó a sus primos, Khalil y Mohammed quienes subieron a escuchar la excitante historia. Sin embargo, se estaba haciendo tarde y había que arrear a las cabras. Regresarían al siguiente día tal vez sus días de perseguir cabras habían terminado una vez que el tesoro fuera descubierto.
El más joven de los tres, Mohammed, despertó al día siguiente antes que sus compañeros “busca tesoros” y se encaminó a la cueva. El piso de cueva estaba cubierto con escombros, incluyendo cerámica rota. Sobre la pared había una cantidad de jarras delgadas, de las cuales algunas todavía tenían sus cubiertas de forma redonda. Impacientemente, Mohammed comenzó a explorar el interior de cada jarra, pero no encontró ningún tesoro… sólo algunos pergaminos amarrados con trapos y verduzcos por el tiempo. Mas tarde al regresar con sus primos, les dio las malas nuevas no había ningún tesoro.
Los pergaminos que esos niños beduinos sacaron de aquella obscura cueva aquel día y los días siguientes serían reconocidos como el mayor tesoro manuscrito jamás encontrado los primeros siete manuscritos de los Pergaminos del Mar Muerto.
Así fue el descubrimiento de un grupo de manuscritos miles de años más antiguos, que el en aquel entonces texto hebreo más viejo de la Biblia. (De los cuales muchos habían sido escritos 100 años antes del nacimiento de Jesús). Estos pergaminos revolucionarían al mundo arqueológico y le darían a un equipo de traductores una tarea gigantesca que aún hoy en día no se termina.
La historia de como esos pergaminos viajaron de las manos de unos jóvenes pastores beduinos hasta los ojos escudriñosos de académicos internacionales, es más extraña que una ficción, aunque todos los detalles de los siguientes años probablemente nunca se conocerán, lo siguiente es lo que se sabe. Después de colgar de un poste de una tienda beduina por cierto periodo de tiempo, los siete pergaminos originales fueron vendidos por separado a dos anticuarios árabes en Belén. De ahí cuatro fueron vendidos (por una pequeña cantidad) al arzobispo Athanasius Jesche Samuel, de la Iglesia Siria Ortodoxa en Jerusalén del monasterio de San Marco.
Estudiosos de la Escuela Americana de Investigación Oriental, quienes los examinaron, fueron los primeros en darse cuenta de su antigüedad. John Trever las fotografió a detalle y el gran arqueólogo William F. Albright pronto anunciaría que los rollos pertenecían al periodo entre 200 años a.C. y 200 años d.C. Entonces se hicieron los primeros anuncios de que los manuscritos más viejos jamás descubiertos habían sido encontrados en el desierto de Judá.
Tres de los manuscritos encontrados por los muchachos beduinos fueron vendidos a E. L. Sukenik, arqueólogo de la Universidad Hebrea y padre de Yigal Yadin (general del ejército israelí quien después se convertiría en un famoso arqueólogo y excavador de Masada y Hazor). La guerra egipcio-israelita de 1947-1949 hizo que los rollos cayeran en el olvido.
Finalmente todos los manuscritos llegaron a la Universidad Hebrea bajo otro conjunto de circunstancias extrañas. Después de haber recorrido los Estados Unidos con sus cuatro pergaminos y no haber encontrado comprador interesado, Metropolitan Samuel publica un anuncio en el Wall Street Journal. Por coincidencia (o providencia divina?) Yigal Yadin se encontraba en Nueva York y leyó el mensaje en el diario. A través de intermediarios pudo comprar estos invaluables manuscritos por una cantidad cercana a los $250,000 USD. En Febrero de 1955 el Primer Ministro de Israel anuncia que el Estado de Israel había comprado los pergaminos y los siete (incluyendo los comprados anteriormente por el profesor Sukenik) se conservarían en un museo especial de la Universidad Hebrea llamado Santuario del Libro, donde se pueden ver el día de hoy.
No es necesario decir, que el anuncio sobre los manuscritos motivó fervorosas búsquedas en el área del descubrimiento original. Una expedición arqueológica oficial se inició en 1949 la cual eventualmente resultó en el descubrimiento de 10 cuevas adicionales que también contenían pergaminos. Entonces los arqueólogos desviaron su atención a una cercana ruina llamada “Khirbet (Ruinas de) Qumran”, las cuales se asume son los restos de una vieja fortaleza romana. Después de etapas de excavación intensa, los académicos no tenían duda alguna de que los manuscritos tuvieran su origen en esa comunidad que floreció entre los años 125 a.C. y 68 d.C. Los pergaminos habían sido guardados de forma precipitada en las cuevas mientras que la comunidad huía de la invasión del ejército romano, quien se encontraba en Judea para acabar con la revuelta judía de los años 66 a 70 d.C.
Los siete manuscritos originales, de la que se ha llamado “cueva 1″ comprenden lo siguiente: 1) Una copia bien conservada de la profecía de Isaías completa la copia más vieja de un libro del Antiguo Testamento jamás descubierta; 2) otro fragmento de Isaías; 3) Un comentario de los dos primeros capítulos de Habacuc el comentarista explica el libro alegóricamente en términos de la hermandad Qumran; 4) El “Manual de la Disciplina” o “Norma de la Comunidad” la más importante fuente de información acerca de la secta religiosa en Qumran describe los requisitos para aquellos que deseen ingresar a la hermandad; 5) los “Himnos de Acción de Gracias” una colección de “salmos” devocionales de acción de gracias y alabanza a Dios; 6) el libro de Génesis parafraseado en arameo; y 7) la “Norma de Guerra” que trata de la lucha de los “hijos de la luz” y “los hijos de las tinieblas” a ocurrir en los “últimos días”.
Las ruinas de Qumran, las cuales pueden ser visitadas el día de hoy, revelan que un grupo sustancial de judíos Vivian en esta comunidad. Bodegas, acueductos, baños rituales y un salón de asambleas fueron todos descubiertos. Uno de los cuartos más interesantes es el escritorium, identificado por dos tinteros y algunas bancas para los escribas.
Tan pronto sé dio el anuncio del descubrimiento de los pergaminos, los debates de su significado y origen comenzaron. Los debates aumentaron cuando el maravilloso contenido de los manuscritos fue exitosamente revelado.
Esos siete pergaminos originales eran sólo el principio. Más de 600 pergaminos y miles de fragmentos han sido encontrados en las 11 cuevas del área de Qumran. Fragmentos de todos los libros Bíblicos han sido encontrados excepto Esther, así como muchos otros textos no bíblicos.
Uno de los hallazgos más fascinantes fue un pergamino de cobre el cual tuvo que se cortado en tiras para poder ser abierto, el cual contenía una lista de 60 tesoros localizados en varias partes de Judea (ninguno de los cuales ha sido encontrado). Otro pergamino, el cual fue recuperado por arqueólogos israelíes en 1967 de un vendedor de antigüedades en Belén, describe con lujo de detalles como es que la comunidad veía un elaborado templo para rituales. Esta ha sido llamada apropiadamente “El Pergamino del Templo”.
El contenido de los Pergaminos del Mar Muerto indica que los autores eran un grupo de sacerdotes que mantenían una vida comunal estrictamente dedicada a Dios. Su líder era llamado el “Maestro Justo”.
Se opusieron al “Sacerdote Cruel” alto sacerdote judío en Jerusalén quien representaba el establecimiento y quien los había perseguido de alguna manera. Este sacerdote cruel fue probablemente uno de los legisladores macabeos quien ilegítimamente asumió la posición de alto sacerdote entre los años 150 y 140 a.C. La mayoría de los estudiosos han identificado a la hermandad Qumran como los Esenios, una secta judía descrita en los días de Jesús por Josefo y Filo.
El monasterio de Khirbet Qumrán, en el noreste del Mar Muerto; una zona que el erudito romano Plinio (24-69 d. de C.) había descrito como sede de una numerosa colonia de Esenios, una secta judía del siglo I a. de C. que se llamaba a sí misma Nueva Alianza.
La sugerencia de que Juan el Bautista haya pasado algún tiempo con la comunidad Qumran es posible ya que los Evangelios nos dicen que él pasó un tiempo considerable en el desierto cerca del área donde la comunidad Qumran se localizaba. (Mateo 3:1-3, Marcos 1:4, Lucas 1:80; 3:2-3). Ambos enseñaron que el “Reino de Dios” estaba por venir.
Las excavaciones realizadas en las ruinas entre 1953 y 1955 confirmaron los datos de Plinio, pero también condujeron a descubrimientos que asombraron a la ciencia. Tras el primer descubrimiento, una tinaja muy parecida a las encontradas en la cueva, los arqueólogos encontraron monedas de la época de los procuradores romanos, de lo que se podía deducir que el monasterio había sido ocupado por los romanos en el año 68 d. de C. Al acercarse la décima legión romana, que tenía la misión de reducir a los rebeldes judíos (66-67 d. de C.), los Esenios huyeron, no sin haber ocultado antes su biblioteca en las cuevas de los alrededores.
Gracias a estos informes sobre las prescripciones éticas, los usos y costumbres de los esenios, el mundo ha sabido por primera vez que existió un «maestro de la virtud». ¿Fue el «elegido por Dios y el redentor del mundo» un predecesor de Cristo? También él predicó, como el Hijo de Dios -y loo años antes que él-, la humildad, la caridad y el amor al prójimo. Después fue condenado y ajusticiado a causa de la hostilidad de los sacerdotes y de la «casta judía dominante» -como también le ocurrió a Cristo. Por tanto, los cientificos opinan que el esenismo fue un precursor del cristianismo y se dice que de los manuscritos se «sacan numerosos y decisivos paralelos con los sermones de Cristo». Es especialmente importante la similitud de los textos con el Evangelio de Juan. Y en otro lugar se dice que el Mafiual de la vida espiritual es de la máxima importancia para la imagen del judaísmo palestiniano durante el siglo I a. de C. y el siglo I d. de C., así como para el origen del cristianismo.
Una de las contribuciones más importantes de los Pergaminos del Mar Muerto son los numerosos manuscritos Bíblicos que han sido descubiertos. Hasta los descubrimientos de Qumran, los manuscritos de Escrituras Hebreas más antiguos eran copias de los siglos 9 y 10 d.C., de un grupo de escribas judío llamado los Masoretes. Así mismo 24 manuscritos bíblicos de la Cueva IV correspondientes a los libros de Deuteronomio, Josué, Jueces y Reyes. Estos textos son aproximadamente mil años más antiguos que los manuscritos hebreos conocidos hasta el presente.
En el documento llamado el “Manual de la Disciplina” o “Ley de la Comunidad”, se establece que el creyente debe continuar viviendo bajo la ley “hasta la llegada del profeta y los ungidos de Aaron e Israel” En otro documento encontrado en la cueva cuatro y conocido como el “Testimonio”, se mencionan un número de pasajes del Viejo Testamento que forman las bases de las expectaciones mesiánicas. La primera es una cita de Deuteronomio 18:18-19 donde Dios le dice a Moisés: “profeta levantaré de en medio de sus hermanos, como tú”. Después viene una cita de Números 24:15-17, donde Balaam prevee el levantamiento de un príncipe conquistador. “Y se levantará cetro de Israel, y herirá las sienes de Moab”. El tercer pasaje es la bendición pronunciada por Moisés sobre la tribu de Leví en Deuteronomio 33:8-11. Por la forma como estos pasajes están agrupados nos dice que el escritor esperaba el advenimiento de un gran profeta, un gran príncipe o un gran sacerdote.
Tras 50 años de recomponer los rollos del Mar Muerto los eruditos han tenido que dar paso a los científicos para extraer más información de estas reliquias arqueológicas.
Los expertos fueron convocados a una conferencia en la Universidad Hebrea de Jerusalén patrocinada por el Centro Orión para el Estudio de los Rollos del Mar Muerto.
En la conferencia, se intentó resolver algunos de los misterios que perduran sobre los rollos, que tienen unos 2.000 años de antigüedad…
Según la opinión de los científicos e investigadores de los Rollos del Mar Muerto, los orígenes del cristianismo ya no se deben buscar, después del descubrimiento de los textos del Mar Muerto, entre los fariseos y los talmudistas, sino entre los esenios.
Los Esenios vivían en cuevas, en cabañas o en celdas, como los antiguos hebreos. Sólo se reunían en el monasterio para realizar sus actos sagrados comunes, para orar y para las comidas. Practicaban la humildad, según las prescripciones de su secta. Así pues, las tumbas de su cementerio también eran humildes: de gran sencillez, sin adornos, inscripciones, ni ofrendas…
Para aquel que no es esclavo de ninguna religión o formas religiosas; para aquel que intuye que Dios esta dentro de sí; para aquel que no se deja llevar por los hipócritas; para aquel que ora en silencio; para aquel que no necesita que nadie le este recordando que Dios premia o castiga; para aquel que no comprende los misterios del Creador; para aquel que no acepta al Dios materia, para aquel que quiere llegar al Padre; para aquel que suplica el amor de su Madre; para aquel que ve en el hombre a su hermano del camino; para aquel que no se deja llevar por la marea de la vida; para aquel que ve en su Maestro el ejemplo a seguir; para aquel…
Entregamos estos Evangelios extraídos de las cuevas del Qunram, que durante tiempo no conocieron la Luz y ahora son Luz para quien reconoce estar en oscuridad, los Rollos del Mar Muerto, son una aportación más de la Logia Blanca, liderada por el Maestro Jesús y auxiliado por todos los Maestros que comprendieron la necesidad de negarse a sí mismo, tomar la cruz y seguir sus enseñanzas… (sintetizado toda esta enseñanza en la filosofía gnóstica.)
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